Cuatro mujeres denuncian las malas prácticas de un centro estético de Valencia en el que se operaron. Hace dos meses, una cliente falleció.
Mery (47) se hizo una abdominoplastia y tras la operación le dejaron el vientre abierto, lleva así dos años. Máxima (53) también se operó el abdomen y ahora cada vez que hace un esfuerzo «algo se le abre por dentro». Paola (40) fue a hacerse un aumento de pecho y terminó con un seno más alto que otro. Con Ana María (21), directamente, se equivocaron de prótesis y ahora tiene estriadas las mamas. Y Lina ni siquiera puede contar lo que le sucedió. Sufrió una parada cardiorrespiratoria cuando le realizaban una mamoplastia. Tras dos semanas en coma, falleció. Su familia todavía no sabe quién falló ni por qué ocurrió.
Todas estas mujeres han sido víctimas de las chapuzas quirúrgicas de uno de los centros estéticos de Dorsia, en Valencia. Una conocida cadena de intervenciones de belleza con arraigo en todo el país. Algunas de ellas se toparon con el mismo cirujano plástico, el doctor R. R., pues les aseguraron que «era de los mejores». Acudieron a estas clínicas atraídas por las ofertas y la comodidad en los pagos con el fin de mejorar su aspecto y cumplir un sueño. Al final, el resultado ha terminado por convertirse en una pesadilla para ellas.
Muchas tienen miedo de volver a operarse después de lo que le ocurrió en agosto a Lina, y prefieren quedarse así. Otras, en cambio, ansían poder reunir el dinero suficiente para volver al quirófano y corregir la chapuza. Eso sí, en otro centro.
En algunos casos, la clínica sí admitía el error, pero no se hacía cargo del arreglo al completo. En otros, decían que «todo estaba bien». De todas las gestiones con las afectadas siempre se encargaba la misma mujer, P., la directora de la clínica Dorsia, en Plaza de España, a quien supuestamente informaba el departamento de Calidad de Dorsia. En cualquier caso, las víctimas ya han denunciado, o tienen pensado hacerlo. EL ESPAÑOL se ha puesto en contacto con las cuatro mujeres, todas ellas afincadas en la ciudad del Turia, para conocer sus casos y hacer públicas las malas prácticas de este centro estético.
«Una auténtica chapuza»
Con voz tímida, Mery (47) atiende la llamada de este periódico. Tras su abdominoplastia (reconstrucción de la pared abdominal a través de la eliminación del exceso de piel y del exceso de grasa) notó que algo no iba bien. «Yo veía que mi tripa estaba mal, tenía una especie de aletas de piel a los dos lados y después se me inflamó la zona del estomago, estaba abombada», cuenta.
No hacía ni una semana que había salido de su operación en el Hospital Virgen del Consuelo, en Valencia. Era mayo de 2017. Asustada, acudió a la Clínica Dorsia, con la que había gestionado toda la intervención, para preguntar qué ocurría. «No te preocupes, la inflamación ira disminuyendo conforme pasen dos años», le dijeron allí. Mery no se fió y se marchó a Ecuador a consultarle a su hermano, médico de profesión.
Cuando la observó, atónito, le dijo directamente que le habían hecho «una auténtica chapuza». Y no solo eso, sino que le habían dejado el abdomen abierto. Al ser consciente de todo, la víctima volvió a la clínica. Fue entonces cuando admitieron el error, pero solo se hacían cargo de retirarle los trozos de piel que le habían sobrado. Si quería operarse del abdomen, tenía que volver a pagar. La primera intervención ya le había costado 3.850 euros.
«Ellos me operaban la piel sobrante, las orejas de perro, como ellos llamaban, pero no se hacían cargo del resto. Me negué y amenacé con denunciarles. Y fue cuando ellos me dijeron que al lado de la clínica había un despacho de abogados, que fuera allí a poner la denuncia. Me repetían una y otra vez que ellos habían hecho bien su trabajo», relata la afectada.
De aquello ya han pasado dos años y Mery sigue igual o peor, según dice, siente fuertes dolores. Ahora está a la espera de que el médico de cabecera le revise el bulto que todavía tiene bajo el abdomen. Aunque ya le han dicho que es necesario que se vuelva a intervenir, esta mujer se niega. «Después de todo lo que pasé, por el momento no quiero operarme, tengo mucho miedo«, sostiene.
«El cirujano olía a alcohol»
La abdominoplastia también fue la intervención estética que eligió Máxima (53). Ella, a diferencia de Mery, casi se queda en el quirófano. Ocurrió a principios de este año. Cuando despertó todo parecía normal, solo parecía. El problema vino cuando, pocas horas después de la intervención, los responsables de la clínica le dijeron a Máxima que tenía que abandonar el hospital.
El abdomen de Máxima, nueves meses después de su operación de estética. CEDIDA
«Yo ni siquiera podía levantarme, tenía muchos dolores. Pero me obligaron a irme y cuando me levante, perdí la noción del tiempo y me desmayé«, relata esta afectada a EL ESPAÑOL. Cuando volvió a abrir ojos, le habían hecho varias transfusiones de sangre y estaba conectada a una máquina de oxígeno.
«Me dijeron que tenía anemia, había perdido mucha sangre en la operación. Después me dijeron que era por la anestesia, y al final no supieron explicarme qué es lo que había pasado», cuenta. Al encontrarse en ese estado, su hija fue a Dorsia a exigir que su madre se quedase en el Hospital hasta que se recuperara. En un principio, le dijeron que el contrato que había firmado (4.400 euros) solo me permitía estar un día ingresada. Al final, consiguió que la dejasen un día más.
«Estuve a punto de sufrir una parada cardiorrespiratoria y consideraron que dos días era suficiente, estuve muy mal», denuncia Máxima. Sus familiares y amigos le dijeron días después que su cirujano, el doctor R. R., que la visitó durante su ingreso, olía a alcohol. «Una amiga me dijo que olía a trago, yo pasé mucho miedo y lo peor es que todavía no me han dado ninguna explicación».
El susto de la operación no sería el único para esta afectada. Ocho meses después de la operación, asegura que cada vez que hace un esfuerzo siente «fuertes dolores» y que «algo se le abre por dentro». Varios especialistas ya le han asegurado que además de los riesgos que corrió en la intervención, le operaron mal. «Ahora me está viendo una masajista y me dice siempre que tengo muchos bultos en la tripa», comenta.
En la clínica, en cambio, le dicen «que el proceso de la operación es así». A Máxima ni siquiera le quieren dar una copia de su contrato, después de que lo traspapelase. «No te tratan como a un ser hermano, solo quieren cobrar. Yo estoy dispuesta a denunciarles porque no quiero que haya más desastres, hay personas que han muerto», sentencia.
Ofertas en Facebook
Los pechos desnivelados de Paola, tras su mamoplastia en Dorsia. CEDIDA
Hasta la tercera consulta con el doctor R. R., en la clínica Dorsia no admitieron que habían cometido un error en la operación de Paola (40). Como podrán ver en la imagen que aparece en la parte superior de este párrafo, es más que evidente que su pecho derecho está más elevado que el izquierdo.
Esta afectada acudió a la clínica para solventar un problema que había tenido en una intervención anterior en un centro colombiano, y al final casi resultó peor el remedio que la enfermedad. «Me operé el pecho en Colombia, pero las tetas se me quedaron muy duras y tenía una contractura. Así que vi una oferta en Facebook de Dorsia y me acerqué allí, me dijeron que me podían dejar bien», relata.
A priori, parecía que todo había ido bien tras la operación, en febrero de 2018. Pero cuando fue bajando la inflamación, Paola se miraba en el espejo y veía que sus pechos no estaban iguales. «Me di cuenta de que una se me había quedado más alta que la otra y fui a reclamar, pero no me hacían caso, me decían que era una tontería», señala esta afectada. La recepcionista, P., le decía incluso que «ni pagando le iban a operar, porque todo había quedado bien».
Al final, entraron en razón, pero si quería corregirlo tenía que volver a pagar. Previamente había desembolsado 3.700 euros. Se negó y le ofrecieron unas sesiones «de cavitación» (algo similar a la rehabilitación) para aflojar los senos, de manera gratuita. A la tercera sesión, tras la muerte de Lina, dejó de ir. «Me da miedo seguir con ellos, pero yo no me voy a quedar así».
Falsos preoperatorios
A Ana María (21), básicamente, le engañaron desde el principio. Tenía 19 años cuando fue a la clínica para hacerse un aumento de pecho (mamoplastia). Primero le dejaron en ayunas durante 11 horas, por un error de P., la directora de la clínica, antes de la operación. Después, vino lo peor, se habían equivocado con las prótesis de las mamas. «Pedí prótesis de gota y me las pusieron redondas. El bolsillo derecho de las dos prótesis está roto y giran. Se han caído ambas y se me han estriado los senos», cuenta esta víctima.
«P. me dijo que me compensaría por el error, pero no ha sido así, lo he pasado muy mal; se aprovecharon de mi porque estaba sola en Valencia», prosigue. Tras su operación, por la que pagó 4.500 euros, un día mirándose al espejo se vio el pecho distinto, incluso podía notarse la prótesis.
Alarmada, fue a ver a P. a la clínica, pero le dijo que «todo era normal». Aún así, no se lo creyó y acudió al hospital varias veces para hacerse pruebas. «Siempre me decían que tenía una deformidad en la mama derecha, después en una resonancia me dijeron que tenían pliegues; Dorsia, mientras tanto, seguía sin hacerme ni caso», recuerda la víctima.
Ahora, esta joven ha puesto todo en manos de su abogados a la espera de llegar a un acuerdo o, de no ser así, ir a los tribunales. «Puse una reclamación al centro porque estaba cansada y muy asustada, aún así P. seguía diciéndome que esperase un año para ver los cambios», comenta. Más adelante, le dijeron que sí, que la volvían a operar, pero era mentira. «Me hicieron ir varias veces al preoperatorio y cuando llegaba me decían que no», denuncia.
Dos años después, su realidad sigue siendo la misma y tiene que volver al quirófano. «Me tengo que operar de nuevo, un tipo de intervención que con 21 años no quiero hacerme, es un levantamiento de pecho; lo que tengo claro es que con ellos jamás volveré a hacerme nada».
La muerte de Lina
A sus 23 años, Lina fallecía el pasado 9 de septiembre tras dos semanas en coma.
Todas las afectadas recuerdan el caso de Lina Marcela B (23). Esta joven fue al Hospital 9 de Octubre de Valencia a someterse a una operación de aumento de pecho. Era 23 de agosto. La había contratado a través de la Clínica Dorsia, el mismo centro que eligieron el resto de víctimas. Era su ilusión desde hace tiempo y, tras ahorrar, por fin pudo hacérsela.
Pero algo iba mal. Tras varias horas de intervención, su amiga empezó a estar preocupada. «Salió un médico y dijo que tenían una complicación, que llamaran a la familia. Había sufrido una parada cardiorrespiratoria”, relataba Leonardo, el padre de la fallecida, a EL ESPAÑOL. “Más tarde salió el cirujano y dijo que él había hecho bien su trabajo y que había hecho lo que tenía que hacer. Después no hemos vuelto a saber de él”.
Lina fue trasladada todavía con vida a la UCI del Hospital Clínico de Valencia al día siguiente, el 24 de agosto. Como el Hospital 9 de Octubre es privado y la familia no tenía para pagarlo, optaron por esa opción. Ahí, sufre otra parada y entra en coma. La madrugada del pasado lunes 9 de septiembre, sufría una nueva parada y, finalmente, fallecía.
“Todavía no sabemos quién es responsable ni quién ha fallado. El caso es que, justo tras la operación, estuvo tanto tiempo en parada cardiorrespiratoria… el neurólogo que la estuvo cuidando nos decía que una persona tan joven podía someterse a una parada de siete u ocho minutos sin sufrir grandes daños. Pero ella tenía el 85% del cerebro muerto, tuvo que ser mucho tiempo”, comenta la abogada de la familia, del bufete Sánchez Abogados.
Por ello, han optado por la vía legal, para que se investigue quién falló y en qué. Una de las claves va a ser saber cuánto tiempo estuvo en la primera parada que sufrió y por qué. “Lo que más lamentamos es que nunca, ni el Hospital 9 de Octubre ni la Clínica Dorsia nos han llamado para decirnos que lo sienten o que quieren dar explicaciones. Han optado por un hermetismo total”.
Al cierre de esta edición, este periódico se puso en contacto con la clínica Dorsia, en la que se operaron las cuatro afectadas, y la directora del centro, P., dijo no tener constancia acerca de los casos de dichas mujeres.
Fuente: El Español
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Vías de contacto:
Totalmente trauma da por la operación
Rinoplastia horrible
Me operé con Ripoli en clínicas dorsia y tube que pasar 2 veces por quirófano ya que las dos veces me han desprendido las prótesis , hoy mismo he ido a que me den una solución y el cirujano ripoli si es que se le puede llamar así ya no estaba allí trabajando , y la directora dice que eso no es culpa de ellos que son cosas que pasan …. tengo claro que voy a denunciar porque esto es una vergüenza
Ami también me dejaron los pechos desnivelados.el cirujano dijo que estaba todo bien según el e 8do algunas veces a reclamar por mis pechos caídos que están 0eor que antes y nadie te resuelve me an llamado de tv de la 1 no se si es verdad o no y no me e fiado de la televisión no tengo para abogados y no tengo de que manera solucionarlo
vivo em Portugal e eles abriram uma clinica em lisboa » marques de pombal»
sinceramente ia fazer a operação com eles , mas tenho visto tantos maus comentários acerca da clinica dorsia que desisti.